La inocencia en la mentira by Anita Corro
La primera noche que Ita pasó en su casa se durmió tarde muy tarde. Ya en su cama, comenzó a recordar su adolescencia y las ocasiones en que se había quejado cuando su madre le insistía que saliera de la casa e hiciera amigos. Al día siguiente se despertó cerca del horario de la comida. Nadie la había despertado. Tampoco había escuchado los repiques de las campanas de la parroquia. Los gallos no se atrevieron a molestarla. Se levantó, y aun con la ropa de dormir, salió al patio. El sol estaba radiante. Cerró los ojos y alzó la cabeza hacia el cielo. ¡Soy libre!, gritó abriendo los brazos. Su madre le dijo que se callara o la gente pensaría que estaba loca. Ella no le hizo caso y siguió gritando por todo el patio. Lo veía grande y hermoso. Los siguientes días, antes de iniciar el bachillerato, los pasó viendo televisión, durmiendo y ayudando a su madre con los quehaceres en la casa. Ahora, los hacía por gusto, ya no por obligación.

